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Porcuna en la Historia de la Guerra Civil de Juan Eslava Galán

 

"...En los primeros meses de la guerra, muchos españoles intentan pasarse al otro bando para alinearse junto a los suyos o, simplemente, para salvar la vida. En los lugares limítrofes entre las dos zonas, donde se produce un intenso trasiego de "pasados", los sospechosos se sienten vigilados. En Porcuna, una pintada sobre el bardal de la última corraliza del pueblo advierte: "Se pone en conocimiento del publico en general que todo el que cague a más de 50 metros de esta tapia será considerado faccioso...." *

O sea, sospechoso de retirarse excesivamente del pueblo porque pretende pasarse al enemigo.
* Manuel Barberá Saborido. Impresiones de un año, apuntes de un testigo del frente sur. M. Alvarez, Cádiz 1937, p. 130

     
  "...En Andalucía, desde el principio de la guerra, se ha establecido el frente en Villa del Río y Montoro, cerca de la divisoria provincial entre Córdoba, que es nacional, y Jaén, que es republicana. Mientras se combate en Madrid, este frente está tranquilo, pero en diciembre de 1936 los nacionales lanzan una ofensiva que aunque no alcanza sus objetivos (la ocupación de Andújar y Linares para cortar los accesos a Madrid por Despeñaperros) logra conquistar los pueblos de Montoro, El Carpio, Adamuz, Pedro Abad, Villa del Río, Lopera y Porcuna. Es la llamada «campaña de la aceituna» porque coincide con las fechas en las que se recogen las olivas..."  
     
  "...El capitán Cortés se comunica con los nacionales por medio de un heliógrafo que envía señales a otro instalado en la torre de Boabdil de Porcuna y con palomas mensajeras (se las lanzan en jaulas por paracaídas y regresan volando a su palomar cordobés con un mensaje en la patita)..."  
     
  "...Desde mediados de abril, los republicanos lanzan varios asaltos apoyados por una docena de carros de combate (de los que los sitiados inutilizan dos). La situación se torna desesperada. Cortés envía un heliograma al comandante de Porcuna: «Remueve lo que puedas: esto se pone muy feo.»
En el santuario, la moral de los defensores desfallece. Algunos se evaden aprovechando las noches más oscuras. «Recuerdo especialmente el caso de un guardia que llegó a nuestra línea con un hijo de ocho a diez años de edad. A diferencia de lo que solía suceder con otros evadidos que, al interrogarlos sobre sus jefes, mostraban tendencia a criticarlos, con el deseo de congraciarse con nosotros, humanamente explicable. Este guardia respondió muy serenamente haciendo un elogio de Cortés. Era —decía— un jefe severo que no permitía la menor falta de disciplina, pero justo, que no admitía privilegio alguno en el reparto de víveres o efectos, ni siquiera a beneficio de sus hijos. Su sinceridad me lo hizo simpático. Con la misma sencillez, si bien tímidamente, sin alardear de republicano, explicó que se había evadido principalmente para evitar a su familia las penalidades del cerco y el peligro.»
Así las cosas, varios representantes de la Cruz Roja se entrevistan con el capitán Cortés para ofrecerle garantías de una rendición honrosa, pero el capitán las rechaza y se obstina tercamente en resistir, ya sin esperanza de liberación. El 1 de mayo los republicanos lanzan el ataque definitivo. Cortés envía su último heliograma a la torre de Porcuna, en el que mezcla el estilo directo que la situación requiere con la prosa ordenancista: «Insostenible. Rápido auxilio aviación. Lo que traslado para su superior conocimiento. ¡Viva España!» En los parapetos avanzados, destrozados por la artillería y los morteros, batidos por las ametralladoras, continúa la imposible defensa..."
 
     
  "...Mola ha muerto, pero la guerra continúa sin él. De hecho, el 5 de julio de 1937 llevan al frente de Andalucía, al sector de Torrealcázar, entre Porcuna y el Pilar de Moya, a la compañía del soldado Juan Castro. La primera noche la pasan en unos chozos tapados con lonas de camuflaje, en la falda del cerro. En cuanto amanece les dan el rancho aguachirle y un chusco con panceta y los llevan a las trincheras.
«Cuando llegué a donde mi compañía y vi bien aquello me puse de acuerdo con otros pocos de derechas para pasarnos aquella misma noche, antes de que se pasaran otros y pusieran más vigilancia. Se hizo de noche y salimos por delante de la trinchera, a gatas, hasta un agujero que había en la alambrada, pero a los pocos metros de atravesarla, uno de los que venían se cayó en un montón de cañas secas y latas vacías y armó más ruido que un buey por un tejado. Sonaron voces, luego un tiro, luego otro y otro y en un momento se armó un tiroteo de mil demonios con tantos reclutas recién llegados al frente que pensaron que atacaban los nacionales. Si volvíamos nos fusilaban, así que salimos por pies, cagados de miedo, con las balas silbando sobre nuestras cabezas, menos mal que era noche cerrada y los reclutas tiraban a ciegas. Tres días tardamos en llegar a las trincheras nacionales, escondiéndonos de día y moviéndonos de noche. Un día vimos a un hombre con una burra que se pasaba a los rojos. »
"Nadie está contento donde está", pensé. »Cuando anocheció continuamos el camino, pero estaba tan oscuro que nos perdimos. Al amanecer descubrimos que en lugar de avanzar habíamos retrocedido y estábamos más cerca de las trincheras rojas que de las nacionales. Vuelta a escondernos y esperar que oscureciera. Esta vez sí anduvimos derechos hasta que llegamos a Porcuna y aguardamos a que amaneciera antes de presentarnos delante de las trincheras con las manos en alto y gritando: "¡No tiréis, que nos pasamos! ¡Arriba España! ¡Viva Franco!..."
 

 

Del libro "Una Historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie",
de Juan Eslava Galán, Editorial Planeta 2005

Curiosidad enviada por Alberto Gay Heredia y Pedro Moreno Díaz.