Logo_animado


relacionadas con nuestro pueblo

Boabdil en el castillo de Porcuna en la "Crónica de la conquista de Granada", de Washington Irving

 

  "... El Conde partió de inmediato con su ilustre cautivo, pero cuando llegó a Córdoba, Fernando no quiso que le llevaran a Boabdil a su presencia, pues, aún no sabía lo que iba a resolver con él: si retenerlo en prisión, ponerlo en libertad bajo rescate o tratarlo con política magnanimidad. De modo que según el caso, así sería la recepción. Por tanto, mientras resolvía, encargó a Martín de Alarcón, alcaide de la antigua fortaleza de Porcuna, para que lo vigilase estrechamente, tratándolo sin embargo, con la distinción y la deferencia debidas a un príncipe. Sus órdenes fueron cabalmente interpretadas y con la única excepción de sentirse un tanto restringido en su libertad, Boabdil fue tan espléndidamente atendido como lo habría estado en su palacio de Granada..."


"... Sin embargo, la opinión de la reina Isabel lo sacó de estas dudas. Aquella magnánima princesa era extremadamente celosa para fomentar y defender la fe, aunque no tanto para exterminar a los infieles. Los reyes moros habían conservado su trono como vasallos de los padres de la reina Isabel y ella convino de buen grado en acordar a Boabdil el mismo privilegio, dejándolo en libertad con la condición de que se convirtiese en un vasallo de la corona. En esta forma también podrían obtener la libertad de muchos cristianos cautivos, quienes languidecían encadenados en las mazmorras de los moros.
Fernando acogió tan magnánima recomendación de la reina, pero añadiéndole algunas sutiles condiciones: grandes tributos, ayuda militar y libre paso y protección para las tropas cristianas por las tierras administradas por Boabdil, quien de inmediato acató dichas estipulaciones y juró sobre el Corán cumplirlas a cabalidad. Acordóse, asimismo, una tregua de dos años la cual los Soberanos de Castilla se comprometían a mantenerlo en el trono, ayudándole a recuperar todas las plazas que perdió mientras estuvo en cautiverio.
Después que Boabdil aceptó solemnemente estas condiciones en el castillo de Porcuna, se realizaron los preparativos para recibirlo en Córdoba con la debida pompa y ceremonial..."
 

Washington Irving, "Crónica de la conquista de Granada",
editado por la Biblioteca de Escritores y Temas Grandinos en 1982, páginas 120 y 124

Curiosidad enviada por: Francisco Javier Huesa Alarcón