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La idea de un loco andaluz que se convirtió en el orgullo de un pueblo

Casa de la Piedra, 2001

Una vez adecuada por el Ayuntamiento este verano de 2018,
¡ya se puede visitar!

  • Artífice: Antonio Aguilera Rueda, "Gronzón", (1.896 - 1.980), cantero de profesión.
  • Construcción: Comenzada el 14 de enero de 1.931 y terminada el 11 de mayo de 1.960.
  • Materiales de construcción: Bloques de piedra de las canteras del pueblo. Alguno de ellos pesa más de 7.000 kg.
  • Situación: Paseo de Jesús.
  • Visita: A través de la Oficina de Turismo, en el teléfono 953 545130.
  • Precio de visita: Entrada gratuita.
     

 

Noticias de la reapertura:


Vídeo del programa "España Directo" de RTVE sobre la Casa de la Piedra

 

"...Por haber nacido y ser criado en el Paseo de Jesús, era por lo que albergaba siempre la idea de hacer una casa bonita, para pasar mi vejez, una vez inutilizado para el trabajo..."

"...En el año 1931 encontré la oportunidad de solicitar del Ayuntamiento el solar para hacer la "Casa de la Piedra" o "Chalet de la Piedra", teniendo en cuenta que dicho solar se encontraba en el vertedero de escombros e inmundicias del pueblo..."

"...Desde la aprobación de la instancia hacia el principio del destierro para hacer el orificio de la casa, que empecé el 14 de enero de 1931, había preparado un carrito pequeño y una burra blanca, que tenía veinticinco años y una cabeza como un saco de harina de cien kilos; pero tenía más talento que Salomón...

"...empecé a trabajar con ardor en la construcción de un camino, que partía desde el principio del solar al centro del vertedero, o sea, en línea recta, en unos 200 metros de longitud y tres metros de ancho.
Dicho camino fue hecho en seis días, trabajando en él dieciséis horas cada día, yo solo, y tuve gran ventaja en el transporte de escombros con el referido carrito y la burra."

"...Después de hacer el camino desde el solar al vertedero, empezamos a desterrar, y siempre la carga era de unas treinta espuertas, aproximadamente. Y ésta tenía que ser la carga, porque la burra nos demostró a los pocos días que no admitía que se le echaran más de treinta espuertas, así como ella aprendió pronto a dar vueltas en el vertedero y recularse sola, sin ayuda de nadie, como igualmente se daba la vuelta en el cargadero y se situaba para colocarse justamente donde se cargaba.
En el transcurso del destierro, que duró hasta octubre, los miles de curiosos que presenciaban las facultades de la burra en la altura del desnivel del vertedero, pudieron apreciar que nunca se le podía meter una espuerta de matute sin ella notarlo, ya que cuando iban veintinueve a la de treinta echaba a andar y nunca perdió el cuidado de ir por el carril que le habíamos trazado, teniendo el talento de que esperaba en el vertedero, después de haber aculado su carro, a que le quitáramos la aguja de hierro al volquetillo para vaciarlo y volver a ponérselo para andar y cargarlo de nuevo.
Una vez hecho el orificio para edificar la casa, se empezó a acarrear piedra de mampostería, adoquines y traviesas; durando esta operación varios años."

"...Lo primero que hice fue el aljibe y sus seis arcos, fueron hechos con piedras o dovelas en seco, parecidos a los arcos del acueducto de Segovia. Una vez terminado, continuamos con lo que puede ser cuadra o bodega, una dependencia de siete metros por 3,70 metros, con bóveda casi llana, y a continuación tenemos un salón de 14 metros por 3,70 metros de ancho, cubierto con una bóveda a ocho metros de altura, con ventanas y puertas de garaje.
Paralelo a la fachada, en otro cuerpo interior, tenemos el garaje, de ocho metros de fondo por 3,60 metros. El techo está compuesto por un artesonado volado en su delantera, y su peso aproximado es de 14.000 kilogramos. Este artesonado, cubierta del garaje, se considera obra muy atrevida, ya que sus cinco piedras que lo componen son de cuatro metros por 1,10 metros y 19 centímetros de grueso, y están entibadas por tres costados; sus frentes van al aire."

"...El año 1935 fue muy favorable en mármoles y pude conseguir unos ahorros que me fueron muy valiosos, para el sostenimiento de mi familia y al mismo tiempo para la continuación de la obra.
En pleno invierno encontré la mesa de 7 metros de largo por 2 metros de ancho y 16 cm. de grueso. Como esta piedra, a los ojos de todo el que la veía, era considerada como un ejemplar, tratamos de traerla a la obra, no pensando que pudiera ser mesa, sino que como en el Paseo de Jesús había tantos bancos de piedra que cabían cuatro o cinco personas en cada uno, esta piedra tenía capacidad para poder sentarse en ella en calidad de banco, que, como decimos, era el padre de todos los asientos que había en el Paseo de Jesús, pues caben sentados cincuenta, en su perímetro y en el centro diez o doce personas acostadas."

"...Para su transporte, preparamos cinco ruedas de piedra de sesenta centímetros de alto por veinticinco de grueso (el preparar cinco ruedas era por si se estropeaba alguna en el camino); les colocamos dos ejes de álamo negro, de 18 centímetros de grueso, provistos de unas tiras de acero embutidas en la madera a tornillo perdido, que fueron las que evitaron comerse la madera con facilidad los 7.000 kilogramos que pesa la referida mesa de piedra.
Nos prestaron los propietarios de molinos antiguos varias cadenas, y un empleado de teléfonos nos prestó una maroma de cáñamo, que fue la que hizo un buen juego en el transporte con hombres espontáneos que en número de cuatrocientos, compuesto de tres filas dobles, íbamos tirando, a una voz de mando, tirones de un metro a un metro veinte, y de esta forma la llevamos cerca de donde hoy está."

"...En estos apuntes no hemos mencionado la serie de impertinencias que recibía constantemente de todos los que veían la obra que tenía emprendida con pocos recursos, tan solo y en un solar tan grande. No había criatura que no hiciera un comentario disparatado sobre esta tan difícil empresa.
El trabajo mayor de esta obra no ha sido el acumular piedras y trabajo de artesanía, sino aguantar a tantas gentes desprovistas de sentido común, hasta incluso los mismos de la familia, que todos los picotazos iban contra la ejecución de la obra y en contra de los poquitos ahorros que a veces había que gastar, que en muchas ocasiones de buena gana se hubieran gastado en los caprichos de cada uno de ellos, empezando por la compañera de matrimonio. Según todos los de fuera y los de dentro, yo estaba perturbado hasta las uñas con la referida obra, pero con la paciencia de un muerto he llevado esta impertinencia y al mismo tiempo he apechugado con todos los inconvenientes que se han presentado, chicos y grandes, pero siempre adelante, como si no existiera oposición alguna.

Empezamos después de la guerra a explotar la cantera de mis padres en una extensión amplia, con objeto de ver si podíamos adquirir las piedras para el artesonado del hall, empresa muy difícil, puesto que teníamos que contar con la naturaleza, ya que es muy difícil dar con pedazos limpios y grandes para este proyecto. Contando con mi fe desmedida, y ante un caso difícil, pude conseguir a los doce años de batalla sin cuartel, las quince piedras que componen el primer artesonado del hall.
Al mismo tiempo cortamos el arco grande de una pieza y de los restos de todas las piedras grandes cortamos todos los sillares que componen las dos puertas del jardín. Todo esto se reducía a tener segura la empresa más difícil de la obra.
Para 1945 ya teníamos construido, con la ayuda de mis hijos, muy jóvenes, la bóveda de toda la casa y procedíamos en este mismo año a hacer el kiosco, contando con la mayoría de las piedras que ya teníamos labradas previamente.
A continuación sacamos el zócalo de la casa de los retales que quedaron de las piezas del artesonado y acto seguido se labró y mis hijos lo colocaron."

"...Cuatro años más tarde ya hicimos los muros, pendientes de recibir el primer artesonado; procedimos a preparar la primera piedra en la cantera para labrarla, la bajamos de una planicie que estaba a un escalón de ochenta centímetros de alto, para cuando llegara al piso de este escalón se nos quedara en pie; al caer faltó poco para quedarse como queríamos, pero se volvió por su peso tan exagerado y se rompió en dos pedazos, lo que dio lugar a que no sirviera para el artesonado. Esto fue un duro golpe para mi proyecto, ¿si la primera piedra que manejábamos del artesonado se nos rompe, qué hacemos ahora? La referida piedra tiene 4,50 metros de larga por 1,15 de ancha y 0,50 de gruesa; el peso aproximado era de diez mil kilos.

Esto no es para contarlo, era preciso verlo y sacar en claro que yo estaba más loco que una cabra. Muchas veces me vi un hombre anormal, y en este caso, al ver que la primera piedra que habíamos tocado se había roto, me entró un colapso de tristeza que no se me olvidará nunca. A los seis días de este revés me rehíce con brío y ardor de cabeza dura y emprendimos con las demás piedras del artesonado una guerra, que su tamaño y su peso excesivo no representó gran cosa para mi fe, un poco relajada".

"...Pasados cuatro años ya tenía labradas cornisas, barandales y pilarotes, más muchas piezas de las torres; lo que no hice nunca fue olvidar el gran peligro que esta obra tenía, tratando con piedras de tres y cuatro mil kilos a alturas tan grandes, sin andamios de ningún género; únicamente teníamos un castillete de madera para elevar las piedras por el nivel del paseo de doce metros de alto, y otro más pequeño para elevar los techos de las torres, barandales y pilarotes."

"...Cuatro años después, un día de San José, celebrábamos la terminación de techados de la referida "Casa de la Piedra" con un banquetillo, dando las señales de terminación con cincuenta cohetes explosivos de gran tamaño, y quedaron enterados todos los habitantes del pueblo en un radio de cinco kilómetros, señal que representó para los impertinentes y envidiosos que les había ganado la batalla con mi chaladura, pero con lo maravilloso que en el transcurso de toda la obra no hemos tenido un accidente, ni una pizca de sangre vertida."

"...El día 11 de mayo de 1960 quedó la casa totalmente terminada. Hemos podido comprobar años antes de la terminación que los envidiosos y enemigos de mi proyecto de obra ya no hablaban al ver que las visitas se aproximaban a ver la obra; eran en gran parte personalidades que casi todos traían coche, y esto empezaba a demostrarles que no era locura tan grande como ellos se lo habían imaginado, lo cual dio por resultado que claudicaron todos en su manera de pensar."

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Nota: Gracias a Antonio Moreno Casado, por la cesión de las reproducciones de las fotografías antiguas de la Casa de la Piedra.


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Actualizada el miércoles, 22 de agosto de 2018